martes, 1 de agosto de 2023

Mi abuela Lorenza tenía 6 años cuando los falangistas fueron a buscar a su padre. Aquel día pudo escapar a Badajoz, pero esa suerte no duraría mucho, pues mi bisabuelo Ladislao decidió quedarse a defender el Badajoz antifascista y combatir a aquellos carniceros de Yagüe y el ejército africanista.  Ladislao era un campesino humilde , aunque su miseria no le impidió aprender a leer y escribir para prosperar , pero tampoco le impidió creer en aquella Hoz y Martillo por la que lucharía hasta su muerte. Aquel campesino humilde, sin lugar a dudas, fue una persona culta y consciente de la victoria de la clase campesina y obrera que representaba sus ideales. Se llamaba Ladislao, igual que mi padre , aunque poco mas se sabe de aquel buen hombre, aunque sus hijos nunca lo olvidaron, ni sus nietos, ni sus biznietos , y por eso estoy escribiendo estas líneas de homenaje e ilusión por aquel gran hombre, que por culpa de los fascistas nunca tuve oportunidad de conocer, y que marcó la historia de mi familia para siempre.

Mi abuelo Sisinio tenía 13 años cuando se llevaron a su padre, aquellas tristes navidades de 1937, llevándoselo detenido a la cárcel de Cáceres y siendo fusilado en la tapia del Cementerio, siendo después enterrado en una fosa común.  Santos Cambero se llamaba, un humilde jornalero, cuyo único delito fue ser socialista y enseñar a leer a otros jornaleros como el. 

Mis abuelos nunca pudieron llorar a sus padres en una tumba, pero nunca aceptaron que sus padres fueran los criminales que el régimen fascista les obligó a creer.

Mis padres, tíos y abuelos siempre me educaron en los valores de la humildad, el esfuerzo y la solidaridad. Una lección de vida en la que pocos pueden dar ejemplo, y mucho menos conseguir, pero que con mucha ilusión y trabajo querían para sus progenitores. 

Ahora uno de esos progenitores ha conseguido ser profesor de historia, gracias a todo ese esfuerzo , y aunque no estén mis bisabuelos, ni mis abuelos, ni mi padre; para mí siempre estarán en el corazón, para afirmar claramente, que su lucha nunca fue en vano , que aquel esfuerzo será siempre recordado, por lo menos hasta que pare mi corazón.

Ladislao Pajares 

Santos Cambero